Los estudios visuales. Un estado de la cuestión.
Análisis personal del texto de Anna María Guasch disponible en la revista nº1 de Estudios Visuales.
Erwin Panofsky ha muerto. La apropiación, el fin del autor, la deconstrucción, la descontextualización y, por supuesto, el cuestionamiento de la representación han sepultado a este teórico de la imagen. Las imágenes ya no quieren ser interpretadas y resueltas, quieren ser miradas, sí, pero no como viene haciéndose desde toda la historia sino a través del concepto de cultura, la cultura de lo visual.
El término “arte” que se ha estudiado siempre en la academia queda sustituido aquí por la imagen, es más, la imagen proyectada influenciada por los estudios de la media y la publicidad. Importa que la imagen sea captada por la retina y registrada en el cerebro de la conciencia mundial. Pero ¿qué pasa si se desbanca la obra de arte? ¿Qué ocurre si la inmaterialidad de la imagen visual hace perder las habilidades propias de un connoiseur? ¿Se está falto en los tiempos que corren de una cierta iconoclastia o por el contrario se debe permitir la generalización de la imagen y la priorización incluso de la imagen “absurda”? ¿Cómo elegir y sintetizar y bajo qué criterios esta nueva cultura visual tan amplia?
El profesor W.J.T.Mitchell propone en sus estudios sobre cultura visual un giro en la imagen, una nueva perspectiva sobre la figura, la forma, el discurso y el poder de la mirada que desde luego tiene mucho a ver con el placer del espectador y las nuevas prácticas de observación más allá de la representación. Estas propuestas crean una teoría de la visualidad que conlleva un nuevo juego de percepción a escala mundial. Mitchell argumenta que cada realidad debe entenderse como una construcción visual, pero ¿se ha meditado acerca de la diversidad de las realidades, o de que son distintas para la cultura de cada sociedad? En el caso de que la respuesta sea afirmativa este lenguaje visual muestra cómo podría llegar a haber distintos discursos de realidades, distintos reflejos de los status de la sociedad en la misma realidad de un día cotidiano, por ejemplo. Pues no es lo mismo el registro de la construcción visual de una realidad rutinaria de un ejecutivo americano que la de un refugiado saharaui. Sin embargo, esta antonimia serviría como magnifico referente al estudio de las diversas culturas en los estudios culturales.
La visión iguala al lenguaje como mediador de las relaciones sociales, la imagen no puede ser reducida a un mero signo, aspira a atravesar múltiples identidades, a pertenecer a todos, a ser universal. ¿Podría la imagen substituir realmente al texto? ¿Será cierta la conocida frase de que una imagen vale más que mil palabras?
Es interesante cómo plantean identidades como Norman Bryson, Ann Holly y Keith Moxey en la defensa por esta visualidad la privatización del significado cultural y social por encima del valor artístico - debo decir que a mi ver eso es algo, a veces, difícil de asimilar para un historiador del arte que ha sido académicamente educado en lo tradicional- y la explicación de las obras consagradas con medios distintos a sus valores representativos pero sin menospreciarlos, o al menos, sin eliminarlos. Lo primero supone una cierta revisión y reivindicación de muchas imágenes y trabajos que habían sido excluidos por no ser oficialmente “obras de arte”, por parecer copias apropiadas de menos calidad o imágenes publicitarias meramente estéticas, etc. Lo segundo alabar la apreciación y comprensión de un significado visual.
No obstante, es importante destacar la noción de esta semiótica de la representación del significado. Cada imagen golpea con un martillo distinto. El parecido y la mímesis quedan fuera del discurso, de la palabra que desarrolla cada imagen en el entorno cultural y social en la cual está ubicada. ¿Es lo mismo anuncio publicitario de la marca Coca-Cola en U.S.A que en Afganistán? Misma imagen, mismo mensaje, diferente interpretación subjetiva, cultural y social. Entonces, ¿hasta qué punto podemos hacer universal la cultura visual en cuanto a sus significados?
Quizás se están planteando demasiadas preguntas para el estudio de un campo un poco (si se me permite la subjetiva apreciación) “hedonista” que no tiene como principal objetivo suscitar cuestiones, pues a veces puede que simplemente no haya respuesta.
Aun así, se insiste. ¿Qué es cultura? ¿Qué es visualidad? Son términos que pueden tratarse por separado incluso en el estudio de la cultura visual. Malcolm Barnard, considera la existencia de dos sentidos: uno fuerte y uno débil. El fuerte sería el cultural donde se hacen referencia a los valores, las identidades y las cuestiones de clases, mientras que el débil sería el componente visual. Sin embargo, no hay que desvalorar esta visualidad puesto que incorpora todas las formas de arte y diseño de consumo social, desde películas hasta anuncios publicitarios y por supuesto el gran monstruo de la imagen de la cultura visual: internet.
Así pues, ¿qué se pretende con el proyecto del los estudios de la cultura visual?
Una posibilidad sería liberar la imagen de su tabicado significado histórico rechazando la defensa del arte elevado por parte de filósofos como Teodor Adorno y apoyándose en discursos postmodernos como los de Frederic Jameson alegando la expansión de la esfera del icono cultural. Cabe mencionar que en dicha icono-esfera cultural es donde entra en juego la imagen de consumo y la sociedad de mercado, y porque no, el uso de la imagen como herramienta política, que a mi ver ocupan un lugar importantísimo en la cultura visual. Teniendo en cuenta siempre que las imágenes son prácticas culturales cuya importancia delata los valores de quienes las crearon, manipularon y consumieron, como diría Nicholas Mirzoeff al respecto.
Otro de los objetivos de este proyecto podría ser, a través de la interdisciplinariedad, el estudio de lo visual bajo la óptica de una metodología distinta a la que se emplea para el estudio de la historia del arte. La cultura visual puede llegar a ser una disciplina renovadora del campo de las artes usando procedentes del campo de las humanidades, por ejemplo, o de la filosofía.
La vida postmoderna se entiende visualmente, esta es a mi parecer la gran verdad - que no por ser verdad debe ser mejor, pues yo siempre he defendido la unión del texto y la imagen, elementos cojos el uno sin el otro por lo que a mí respecta - hoy, la imagen es la reina de las redes sociales, de la calle, de la venta, de la visión globalizada del todo.
Se puede llegar a la conclusión de que la cultura visual es inabarcable y que alberga en su interior conceptos muy diversos, desde cuestiones de género y raza que afecta a la política de la representación hasta la imagen absurda nada estética que empieza a tomar relevancia.
En lo que personalmente respecta, creo que la cultura visual tiene sus pros y sus contras que he intentado cuestionar en este análisis.
-------------
Aquí se puede obtener en la revista nº1 el texto de Anna Maria Guasch el cual esta entrada analiza.
más información: http://www.estudiosvisuales.net/revista/index.htm
"Ars longa, vita brevis"
No hay comentarios:
Publicar un comentario