martes, 22 de marzo de 2011

FUNDACIÓN FRANCISCO GODIA presenta: De Luca Giordano a Goya. Pintura del siglo XVIII en España.

La Fundación Godia, ubicada en el corazón de Barcelona, es clasificada en su tríptico como una de las colecciones privadas más importantes de España, no tengo el suficiente conocimiento del resto de las colecciones privadas de España como para discutir esta afirmación, pero en lo que a exposiciones temporales se refiere (al menos en esta ocasión) creo que pierde prestigio.

Francisco Godia Sales (1921-1990) era piloto de Fórmula 1, pero decidió invertir en arte, todo el mundo sabe que eso es un acto seguro y rentable con el paso del tiempo. No me parece mal que exista el coleccionismo privado siempre y cuando se exponga en sala, es decir, eso de tener un Picasso en el baño sólo para recordarse a uno mismo la ingesta cantidad de dinero que posee con la cual se puede permitir ese tipo de “lujos”, no, eso no. Es cierto que según que colecciones privadas nos ayudan a dar a conocer la conservación del patrimonio cultural, sí, pero un museo también, y algunos por menos de 5,50 € la entrada, pero repito, no estoy en contra en absoluto.

Encontrar críticas constructivas en Internet sobre una Fundación como esta es difícil, por ya no hablar de las negativas, de hecho, las he buscado y no ha habido suerte. Sólo he encontrado información cedida por la propia Fundación y un blog de crítica de arte de una administrativa-contable que aseguraba que lo Divino existía y se encontraba dentro de esta sala, no haré comentarios al respecto. Miento. Sí los haré, porque yo escribo como ser individual y no he recibido ningún tipo de donativo económico para hacer quedar bien a nadie.

La verdad es que el tema de la exposición era acertado y muy interesante. El siglo XVIII no está lo bastante reconocido (el recargado rococó parece que asuste y etiquete de bizarro), y mucho menos estudiado, y no cabe decir ya en el caso de España. Los prestadores eran de admirar, nombres como el Museo Nacional del Prado y el Thyssen-Bornemisza de Madrid. Entre las piezas expuestas se encontraban dos Goyas, un Luca Giordano, e incluso un Tiepolo; sin olvidar a los que se supone que eran los reyes de la exposición: los nombres españoles Acisclo Antonio Palomino y Francisco Bayeu, como algunos de los artistas más conocidos en su época. Sin embargo, algo falló.
A lo que íbamos, en este recorrido desde el barroco al romanticismo por estos pintores de corte, según su comisario José Milicua, se trata de recalcar todo el legado de la pintura del siglo de Oro español, es decir, un segundo término del siglo XVIII mitológico, religioso, realista y galante.

En lo que se refiere a la exposición en sí, en materia me fue pobre, había pocos cuadros para los que realmente se podrían haber expuesto según considero los fondos de varios coleccionistas privados y los museos prestadores.

Pero la gota que colmó el vaso fueron las instalaciones. El espacio era amplio pero estaba muy mal distribuido en tres salas continuas, y este problema ocasionó que el grupo de estudiantes adolescentes que habían venido a ver la exposición hicieran un ruido y murmureo que se escuchara desde la tercera sala estando ellos en la primera. Eso por no mencionar a la guía que literalmente hablaba (por no decir gritar) a pleno pulmón de manera muy efusiva a dichos estudiantes. Y yo me pregunto ¿una fundación privada no puede permitirse unas audio-guías? Si alquilan salas, cobran por hacer talleres a mayores y pequeños, cobran por las entradas de grupo, cobran de la tienda de regalos, etc, en serio, ¿no se pueden conseguir unos medios para respetar el silencio que las exposiciones se merecen? Si hay algo que me molesta en una exposición es que la gente hable, y lo que me avergüenza ya es que esa gente mayoritariamente sea personal del mismo museo o fundación. Por otro lado debo comentar la ausencia de vigilancia en la sala, cámaras sí, personal de seguridad ninguno, aunque no me extraña, ¿si no tienen ni para audio-guías como van costearse un guardia? Prosigamos, no todo tenía que ser malo. La luz era buena, el sistema de iluminación no incidía directamente en la obra, lo que hizo que los cuadros pudiera verse sin reflejos, (hecho que cuesta muchísimo normalmente) pero no todos. La joya de la corona que daba imagen al cartel expositivo, el Venus y Cupido c. 1754 de Corrado Giaquinto, era imposible desde cualquier ángulo (probé varias perspectivas, pues no todos los cuadros deben mirarse siempre sólo frontalmente) ver el rostro de la ¿bella? Venus. Por otro lado, la exposición carecía de cualquier medio audiovisual (las nuevas tecnologías nunca vienen mal, quizás alguna presentación que acompañara y mostrara un poco la evolución histórica que se intenta transmitir en las salas) y de cualquier medio de descanso, no había ningún lugar donde sentarse si se deseaba contemplar con detalle la obra o simplemente dejarse caer. Aunque ésta no es una falta grave, pues era una exposición de recorrido corto y breve, no era realmente necesario.

Mi puntuación va a ser un 5. El tema era interesante y profundo y había medios para poder haber conseguido un resultado mejor, sin embargo, la sensación fue de exposición montada en dos días, y ni siquiera con lo justo y necesario. Una fundación privada que está especializada en el siglo XX, la pintura modernista, el arte medieval y la cerámica, quizás (y digo quizás, siempre con la duda y para no ofender, desde mi humilde opinión de historiadora del arte) cojeó en algo que no entraba en su categoría.

De Luca Giordano a Goya. Pintura del siglo XVIII en España.

De 09/11/2010 hasta el 28/02/2011

FUNDACIÓN GODIA

C/Diputación 250, Barcelona.

932723180.

De lunes a domingo de 10 a 20h. Martes cerrado.





"Ars longa, vita brevis"

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