sábado, 14 de marzo de 2015

HIMALAYA


Nunca sabes a quién vas a encontrarte al girar la esquina, ni qué será de esa persona de aquí 10 años, o de ti mismo. Actual y temporalmente trabajo en un lugar no relacionado con el mundo del arte. Soy consciente de que la gente que se dedica al mundo del arte presenta una sensibilidad de la que el resto carecen, o bien presentan en minoría o relacionada con otros aspectos.

Estaba sentada en mi escritorio cuando entró por la puerta de la oficina una chica sonrojada con una carpeta enorme. Oigo como pregunta amablemente y con vergüenza a la recepcionista si le puede interesar a alguien comprar alguna de sus obras puesto que es estudiante de Bellas Artes y está vendiendo algunas de sus creaciones artísticas para recaudar fondos para no sé qué trabajo de fin de curso.
La recepcionista cortesmente le responde que no, amablemente ella insiste en enseñarlas pero cuando me doy cuenta ya ha salido por la puerta. SÉ lo difícil que ha sido para ella hacer eso, lo difícil que es vivir del mundo del arte y que se te tomen en serio, que la gente valore el esfuerzo y el trabajo, sé lo que está haciendo esa chica y lo que le está costando atravesar esa simple puerta, pero sólo yo en la oficina, mientras el resto se ríe por lo bajo y creen que pide un precio desorbitado por un trozo de papel con algo de color de alguien que nadie conoce. En dos segundos me levanté de la mesa, y salí por la puerta de la oficina corriendo en su búsqueda, la encontré en el local de al lado. Me presenté, le dije que soy historiadora del arte y que me enseñara las láminas a mi. La chica con su sonrojez característica me mostró sus acuarelas  con imágenes de cañas de bambú, flautistas, diosas indias...pero hubo una que me llamó en especial la atención y me tocó en el alma. Era una vista del Himalaya, unas montañas nevadas sobre un prado verde y unas casas de piedra. La estampa era tal y como la recordaba de mi viaje a Tíbet en 2011. Aquello era personal. Decidí comprársela y se alegró mucho. La compré porque era un recuerdo íntimo, una ayuda para ella, un contacto para mi, y una esperanza para ambas. Era un intercambio en el mundo el arte, sin más ni menos. Lo de menos era el precio. 
La colgaré en el comedor o el estudio, enmarcada en madera. Prometí que le enviaría una foto cuando lo hiciera, que estaríamos en contacto, le di mi tarjeta profesional, le dije que podríamos montar junto a sus compañeros una exposición conmigo de comisaria, y también le dije que escribiría una anécdota en mi blog, tal y como hago, y que dejaría su contacto por si alguien quisiera interesarse por su trabajo. Un inicio como marchante de rebote. 

Elena S. +34619073724  arianaseattle@telefonica.net

Himalaya, Elena S, 2014,
1/4, impresión de acuarela sobre papel,
 30x40.





"Ars longa, vita brevis"