lunes, 16 de abril de 2012

LO OMINOSO. MI UNHEIMLICHE

Cualquier persona con un poco de tacto y conocimiento podrá hablarte de la estética de lo bello, bueno, ¿qué es lo bello?- en todo caso no lo responderemos aquí, eso sería otro post a parte-. Existe una idea estándar de lo bello, una idea generalizada, canonizada pero que no por eso debe ser cierta, pero como he dicho antes, eso sería otro post. En todo caso, ¿cuánta gente puede o quiere hablarte de lo ominoso? ¿qué es lo ominoso? ¿por qué atrae la atención de unos y no la de otros, o la de todos? - bueno, esta última es una pregunta sociológica sobre el gusto que ahora no puedo responder.-
Esto es porque la estética mayoritariamente se interesa por lo bello y lo atractivo en lugar de lo repulsivo y lo ajeno. Este ámbito es el de lo ominoso, que pertenece al orden de lo terrorífico y lo causante de la angustia y el terror.

Freud define a lo ominoso como aquella variedad de lo terrorífico que se remonta a lo antiguo y familiar. ¿Cómo es posible que lo familiar devenga ominoso?

Sin embargo, no quiero que este post derive en hablar sobre "El hombre de arena" de Hoffmann, ni sobre psicología, ni el doble, ni lo sublime, ni tan siquiera el propio libro de Freud. Quiero explorarlo de otra manera, tras otra mirada, y dándole la vuelta a la tortilla en mi propia casa en soledad y con las palabras de Nietzsche.

Citando al alemán en su Crepúsculo de los ídolos, cap. Los cuatro errores, ap. 5:

"El reducir algo desconocido a algo conocido alivia, tranquiliza, satisface, proporciona además un sentimiento de poder, de control (esto último lo añado yo misma). Con lo desconocido vienen dados el peligro, la inquietud, la preocupación, - el primer instinto acude a eliminar esos estados penosos. Axioma: cualquier aclaración es mejor que ninguna aclaración. [...]La representación con la que se aclara que lo desconocido es conocido hace tanto bien que se la tiene por verdadera. Prueba del placer como criterio de verdad. El instinto causal está condicionado y es excitado por el sentimiento de miedo. El ¿por qué? debe dar una especie de causa, una que sea liberadora, calmante. [...] Lo nuevo, lo no vivido, lo extraño, queda excluido como causa. Se busca, por tanto, como causa no sólo una especie de aclaraciones, sino una especie escogida y privilegiada de aclaraciones. [...]






¿Quién no se ha sentido extraño en su propia casa?¿Quién no se ha sentido raro dirigiendo el gran teatro de su vida? ¿Quién no ha desfigurado su vida alguna vez?


Freud, S. Lo ominoso. 1919
Hoffmann, ETA. El hombre de arena. 1817
Nietzsche, F. El crepúsculo de los ídolos. 1888




"Ars longa, vita brevis"