martes, 27 de septiembre de 2011

STEPHEN SHORE Y SERVIDORA. La inspiración que me proporcionó UNCOMMON PLACES para DESERT PARADISE

Recuerdo que la primera vez que me hablaron de Stephen Shore, fue en clase de Postmodernidad, en 4º año de carrera. Su fotografía tenía un algo que golpeaba en mi alma como un martillo. Aquello me tocaba fondo y sólo yo sabía porqué, al igual que sabía que no todos los alumnos estaban sintiendo lo mismo. Cada uno ve un mundo cuando mira una fotografía. Shore tenía parte de mi mundo, y yo lo expresaría un tiempo después.

Igualmente, mi serie fotográfica Desert Paradise no está únicamente centrada en el trabajo de Shore, sino que se puede ver el afecto de la ruina y lo sublime que me enamora de la pintura del romanticismo alemán, en el caso de C.D.Friedrich, véase Abadía en el robledal, Caminante bajo la niebla, o el Monje en el mar; la importancia de la reflexión sobre de la maduración del individuo, el paso del tiempo, e incluso la soledad propia y extraña, que me inspiró el trabajo sobre el ser humano y los lugares de tránsito de Migration de Doug Aiken; la literatura de viaje de carretera y por supuesto, viaje interno de la generación beat de los 50, en este caso On the road de Kerouac; la poesía del silencio, y hasta el concepto de "Unheimlich" en "lo Siniestro" o "lo Ominoso" de Freud.



Este texto informativo sobre Shore pertenece a:
http://doingmyway.blogspot.com/2011/01/stephen-shore-uncommon-places.html

Fotógrafo autodidacta, influenciado profundamente por el libro American Photographs de Walker Evans, Stephen Shore decidió a la temprana edad de 14 años ponerse en contacto con Edward Steichen, el entonces encargado de la sección fotográfica del MoMA, para presentarle parte de su trabajo.

Steichen se llevó tan buena impresión que decidió comprarle tres obras, plantando a Shore en medio del panorama artístico y creativo del Nueva York de comienzo de los años 60.

A los 17, como amigo y colaborador de Andy Warhol, se paseaba a diario por The Factory, tomando instantáneas de todo lo que se cocía por allí.
En 1971, a sus 24 años, Stephen Shore disfrutaba ya del reconocimiento público que le otorgaba el haber exhibido en solitario en el Metropolitan Museum of Art de Nueva York.

Un año más tarde, en 1972, Shore se dió cuenta de que toda su vida había transcurrido en un escaso radio de varios kilómetros alrededor de la Gran Manzana, así que con la intención de descubrir el país, decidió emprender junto con un amigo suyo un viaje desde Manhattan hasta Amarillo, Texas.

Tal fué el shock que se llevó durante ese viaje, que nada más finalizarlo se embarcó en otro, ésta vez en solitario con la única compañía de su Rollei de 35mm.

Shore tomó fotos de todo lo que se encontraba a su paso, cada paisaje que captaba su atención, cada edificio, cada camarera que le atendía, cada habitación de hotel...
A su regreso, con los cientos de fotografías registradas, exhibió y publicó su trabajo American Surfaces que tuvo una acogida bastante pobre, debido en parte a la incompresión del mensaje que Shore quería mostrar, y a la poca calidad de las impresiones obtenidas de los pequeños rollos de 35mm.
Decepcionado, comprendió que la única manera de poder plasmar la auténtica visión de sus viajes era empleando un equipo que produjera resultados de mayor calidad, ésta vez llevando consigo una cámara de gran formato.

Shore se embarcó en una serie de viajes a lo largo y ancho del continente americano desde el año 1973 hasta el 1981.

El hecho de llevar encima una cámara de gran formato y el coste de cada placa fotográfica le obligaron a trabajar con otra filosofía, teniendo que tomarse mucho más tiempo en cada parada para montar el equipo, siendo más selectivo, viendo con más profundidad, desarrollando minuciosamente cada composición.
En 1982 se publicaba Uncommon Places y nacía un clásico. El impacto fue brutal, creando el libro más copiado, venerado y reconocido como influencia directa de la mayoría de fotógrafos de los últimos 30 años.

Con éste trabajo establecía las nuevas directrices del movimiento conocido como Nueva Topografía y abría por primera vez las puertas de galerías y museos por todo el planeta a la fotografía en color de gran formato como medio artístico, acotada hasta entonces para uso comercial.

Composiciones esquisitas con tal calidad y definición que uno puede pasarse horas recorriendo visualmente cada imagen descubriendo nuevos detalles.

Indudablemente, el trabajo de Stephen Shore ha adquirido un componente nostálgico con el paso de los años y ver ahora, 30 años después, esas calles plagadas de coches clásicos americanos es un valor visual añadido, pero incluso en el momento de su aparición, cuando esas imágenes "solo" eran una representación de la América presente, el virtuosismo de sus composiciones, su capacidad de control de luces y sombras, y el rango cromático de cada toma, daban valided a su obra sin la necesidad de la carga extra de melancolía.
Otros siguieron su estela, véase el trabajo de William Eggleston.

Stephen Shore es hoy profesor y director del Departamento de fotografía del Bard College, en el estado de Nueva York.

Algunas de las fotografías que forman parte de Uncommon places:







Algunas de las fotografías que forman parte de Desert Paradise:
 
 







Y como siempre he sido partícipe de, a ser posible, enlazar imagen con texto, este es el texto que acompaña a la serie Desert Paradise:

La soledad, la ruina, los lugares de tránsito y el paso del tiempo son los cuatro pilares de esta serie fotográfica. Todos los paseos conducen hasta nosotros mismos, toda meditación posible gira sobre nuestros sentimientos. El paisaje en sí, no importa si urbano o natural, es una construcción cultural abstracta que sostiene con hilos los restos destrozados de la idea de Paraíso. Paisajes silenciosos por la ausencia del hombre, paisajes que duermen. Algunos lugares comunes y habitados, que se encuentran ahora vacíos, en ruina, abandonados, libres, tumbas de historias, refugios de la psique envueltos en misterio. En tránsito. Maybe,waiting to be born.
Cuando se habla del concepto de lo sublime desde una perspectiva estética se evita la presencia del hombre porque el discursos estético empieza después de que los cadáveres hayan sido retirados. El placer de la ruina solitaria o la urbe desierta viene cuando aceptamos finalmente que tenemos muy poco control sobre el destino de nuestras vidas.
 
En este enlace podreis acceder al álbum entero:

https://picasaweb.google.com/112459575024909541932/DESERTPARADISE#


"Ars longa, vita brevis"

TRANS•FORMARE. El misticismo del cambio

“Un poema no existe si no se oye, antes que su palabra, su silencio”
J.A. Valente

“De profundis clamo ad te”



En mayo el Museu Frederic Marès reabrió sus puertas al público, tras el largo período de reforma que se ha llevado a cabo durante un año y medio, con la reestructuración de   la sala de escultura en la primera planta, la nueva colección de armas y una gran exposición, proyecto de estudiantes de Bellas Artes, en la que han participado y que han codirigido los profesores Jorge Egea y Ramón Casanova. El trabajo de ocho artistas vinculados al equipo Confluencias ( The Crossings Lab) de la Universidad de Barcelona se muestra aquí el fruto de la experiencia de haber permanecido durante el período de transformación en las entrañas de un museo en tránsito e innovación. Sus obras, realizadas con diversas técnicas que incluyen la pintura, el dibujo, la reinterpretación escultórica, la fotografía e incluso la instalación de una cámara oscura, están centradas en la creación de nuevas imágenes a través de la luz y la materia.
El cambio en la sala se ha producido para conseguir unas mejoras estructurales con el fin de favorecer la difusión y el estudio de las obras por y para el público; todo sea por conseguir ese diálogo en la intimidad del museo entre el emisor y el receptor a través de la obra y el ambiente. En primer lugar, hubo una intervención arquitectónica en el espacio, para lo cual debieron retirarse todas las esculturas de su emplazamiento original. Aquí empezaba el viaje y se rompían los lemas: “un lugar para cada cosa y cada cosa en su lugar”. Posteriormente, cuando viene el vacío, viene la creación.
En la transformación de las salas y en su inevitable modernización, se ha optado por un concepto minimalista del espacio para facilitar la relación directa de la lectura de la obra de arte.

Lo que vemos en la exposición Trans·formare es cómo a través de un discurso totalmente poético y personal la imaginación y la memoria, incluso el homenaje, se desarrollan en la intimidad del claroscuro. Envoltorios velados que esconden rostros pendientes de descubrir identidades, historias. Una cierta descontextualización crea una nueva lectura del sujeto abre la puerta a interpretaciones no comunes e inesperadas. Estas imágenes, que yo denomino imágenes de profundis debido a su espiritualidad y misticismo, están embebidas de un gran pathos plastificado, envuelto en silencio pero presente en el brillo de los ojos de cada estatua, en el aliento que se escapa de sus labios y crea un vaho transparente en sus bolsas de cadáveres. Etiquetados. Efecto morgue. 



Trans·formare nos muestra qué ocurre tras las puertas cerradas de un museo en proceso de cambio. ¿Qué les sucede a las obras? Pues sucede que santos, vírgenes, cruces, querubines y angelotes permanecen presos, en correcta conservación y con materiales adecuados,  pero en burbujas de plástico al estilo Dexter Morgan.
Habitan paraísos artificiales, limbos, donde esperan quietos y melancólicos desprendiéndose de su pasado, dejándose reinventar en otros formatos, transformándose, cual ave fénix resurgiendo de sus propias cenizas.
Las esculturas y el espacio mismo que las abarca pasan por un proceso de stand by silencioso al son de renovarse o morir, renacer mejor. Waiting to be born. Una patada al memento-mori



Al mismo tiempo y como bien comenta la historiadora del arte (y magnífica profesora, por experiencia personal) Cristina Rodríguez Samaniego en el artículo que aporta al catálogo de la exposición, existe un gran proyecto de reflexión inspirado por Mnemosyne -diosa clásica de la razón y la memoria- y en el que también es perceptible la influencia de Aby Wargburg (1866-1929) y su Atlas. El recuerdo y el cambio se interrelacionan de forma coral y colaborativa en un tiempo/espacio que evoca el pasado y proyecta un futuro bajo una nueva mirada, imágenes de una nueva memoria. “El eterno retorno del todo nietzscheano, por el cual estas imágenes perviven y regresan a nosotros en un mismo movimiento, ad infinitum, siempre iguales pero siempre diferentes.”[1]




Por su parte, Ramón Casanova y Jorge Egea comentan[2] que la acumulación y enajenación de las obras respecto al orden de su origen les ha provocado a ellos y al grupo de artistas y estudiantes de Bellas Artes reacciones de proximidad en cuanto al trato con éstas y hasta nostalgia en torno al perdido esplendor de la forma y - por qué no aunque en menor modo - a las teorías iconográficas e iconológicas de Erwin Panofsky (1862-1968).





No obstante, si una de las misiones de la escultura es la fijación de una imagen contextualizada en la memoria, ¿qué efecto tiene sobre las imágenes el traslado desde su hábitat natural al museo laico, aséptico y reformativo? ¿sigue una imagen, fuera de su contexto y entorno, teniendo el mismo valor y significado, o se convierte en algo nuevo? Como dicen los dos comisarios: “Pensemos en el mensaje “no tocar” de la señalética museística, frente al beso del devoto fiel a las imágenes dentro de la Iglesia”.[3] Y si las obras de un espacio eclesiástico han pasado a un espacio museístico -ambos lugares públicos de exposición e íntimamente transitados - ¿qué ocurre cuando se encuentran en tierra de nadie, cuando pasan a un espacio privado no contemplativo? ¿quién observa esas imágenes, quién les rinde culto entonces, quién las acompaña en su silencio, qué ojos las poseen?
La respuesta viene de mano del equipo Confluencias (The Crossing Lab), con nombres como Rebecca Mutell, Adrián Arnau, Carles Bartolomé, Mónica Lou, Enric Passolas, Israel Ariño… que han trabajado dentro de la efímera y cambiante realidad instaurada durante el período en que el museo ha permanecido cerrado elaborando nuevas obras de arte, adentrándose en su significado, explorando sus historias…Nuevos trabajos que actúan como caleidoscopio icónico, según los artistas, entre la colección de origen del museo y las novedosas piezas de ahora creadas a partir del diálogo entre el arte clásico y la contemporaneidad.



Al final, las imágenes del museo Frederic Marès, se hacen personales para cada uno, como el ciclo de un círculo perfecto en el que se alinean la vida, la muerte y la resurrección, donde se renuevan los significados comunes y se recargan las pilas.   


Para más información:

Catálogo de exposición:

VVAA, TRANS•FORMARE, lecturas de la transformación del Museo Frederic Marès, Barcelona, Ayuntamiento y Universidad de Barcelona, 2011.

http://trans-formare.blogspot.com

www.museumares.bcn.es

www.ub.edu/bellesarts

www.israelarino.com

www.ramoncasanova.com

www.jorgeegea.com

TRANS•FORMARE. Lecturas de la transformación del Museo Frederic Marès. Comisariado: Jorge Egea y Ramón Casanova. Obras de varios artistas. Museo Frederic Marès (www.museomares.bcn.es) con la colaboración del Ayuntamiento y la Universidad de Barcelona. Hasta enero 2012.

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1.SAMANIEGO RODRIGUEZ, Cristina, “MNEMOSYNE(S).El eterno retorno de la imagen.” Catálogo de exposición: TRANS•FORMARE, lecturas de la transformación del Museo Frederic Marès, Barcelona, Ayuntamiento y Universidad de Barcelona, 2011, p.32.


2.CASANOVA Ramón y EGEA Jorge, “TRANS•FORMARE.” Catálogo de exposición: TRANS•FORMARE, lecturas de la transformación del Museo Frederic Marès, Barcelona: Ayuntamiento y Universidad de Barcelona, 2011, pp.38-45.

3.Ibídem.


"Ars longa, vita brevis"

YOU ARE NOT ALONE. Fundación Miró

“Cuando compartes, no estás solo.”
Han Nefkens. Fundación ArtAids.

Cartel de la exposición


Verde, lila y azul, son los colores que presenta el cartel de la exposición You are not alone que desde el día 1 de julio se exhibe en la Fundación Miró de Barcelona. Dichos colores son fríos, hielan la sangre, igual que el tema que se va a tratar.
El sida lleva diagnosticado en nuestra sociedad más de treinta años, y aún hoy siguen existiendo problemas de marginación social y rechazo hacia las personas que presentan el VIH. Antes de que el sida impactara con fuerza en la década de los ochenta en nuestra cómoda y desarrollada vida “capitalista”, no era más que una enfermedad tercermundista de la cual se sabía muy poco, era simplemente algo que ocurría allá fuera, nada por lo que preocuparse, algo fuera de las puertas del Paraíso. Pero nos equivocábamos, y aun hoy seguimos equivocándonos. El porcentaje de la población actual diagnosticada es más elevado de lo que pensamos, y hoy en día poseemos una información y unos medios de los que carecíamos cuando se detectaron los primeros casos, pero aun así seguimos exponiéndonos y erróneamente pensamos: no, eso no me pasará a mí. Sin embargo, el VIH es algo que nos toca a todos de cerca de una forma u otra.
Este es el motivo del discurso de apoyo que expone y dirige esta muestra artística hacia las personas afectadas de algún modo por sida, y que intenta, sobre todo, hacer entrar en un recorrido de reflexión, al público, al ciudadano de a pie en general, sobre la discriminación y el estigma que, consciente o inconscientemente, aplicamos sobre las personas enfermas de sida.

Aun hoy, en lo que denominamos “primer mundo”, existen personas afectadas que no pueden llevar una vida normal, y que hechos como adquirir un trabajo, por ejemplo, les es denegado debido a su causa, por el mero hecho de que, si bien es cierto que se ha avanzado en el desarrollo de la investigación para el aumento de esperanza de vida, y se han dado progresos científicos que hacen más fácil la cotidianeidad en sociedad, no ha habido un avance en la sociedad en sí, que es en muchos casos, quien aleja al enfermo .

No existe, en muchos casos, la aceptación del hecho, por eso el mensaje hacía estas personas está claro: no estáis solos. Pero la problemática no son ellos, obviamente, sino la concentración de mentes cerradas anegadas de miedo y desconocimiento que rigen gran parte del mundo.

En una entrevista de trabajo es común que puedan preguntarnos una serie de inoportunidades como si estaríamos dispuestos a trabajar con una persona infectada por VIH. ¿A qué se están refiriendo? ¿Qué no ven que convivimos con gente con sida todos los días? Las personas afectadas son uno más de la cadena del día a día, y deben incluirse en esa rutina de la que todos participamos. Una persona con sida es aquella a la que te cruzas en un paso de cebra, la que está contigo en la cola del pan, la que se sienta a tu lado en el metro… ¿Y a caso vivimos impregnados de rechazo esas situaciones? No, pero seguramente se deba al desconocimiento de la causa. Lo que se intenta conseguir en esta exposición es precisamente una asimilación de dicha causa, una aceptación y comprensión del hecho.


Si recorremos el gran espacio expositivo nos encontraremos con quince salas blancas que comunican entre ellas y muestran las obras siguiendo un sólido discurso que une un conjunto de ideas bien establecido: la lucha contra la discriminación es necesaria.

La primera sala expone la obra (para servidora una de las más impactantes de toda la exposición) de Danh Vo, IV julio, MDCCLXXVI (2011), el artista toma como punto de partida dos imágenes de la Estatua de la Libertad realizadas por dos artistas americano que murieron de sida, Paul Thek (1933-1988) y Martin Wong (1946-1999), y a partir del detalle de las llamas del fuego de la antorcha que porta la estatua, construye una reinterpretación del símbolo, así como ha habido una sobreexposición de la imagen negativa del sida. Sobre una confortable lona de plástico se encuentra una multitud de llamas, mientras que alejada de ellas, sobre una base de cartón vulgar, se encuentra una llama solitaria. Debería haber lugar en esa confortable lona para una llama más, ¿verdad?

La segunda sala recoge el irónico e irreverente trabajo de esta pareja artística, Elmgreen & Dragset, dos piezas, New blood (2011) y AIDS is a good business for some (2011), que presentan, por un lado, una versión del Fauno de Barberini, con una clara alusión homoerótica, recibiendo una transfusión de sangre, mezclando la tradición clásica reconocida por todos con el arte más contemporáneo; y una especie de crítico-panel lumínico publicitario, que recuerda a las obras texto-performáticas de la artista Jenny Holzer, donde se van mostrando mensajes que aluden al negocio que supone la pandemia, y la vertiente lucrativa de las crisis sanitarias.



Bella es también la obra de Otto Berchem, Deadheading (2005), quien con una visión poética crea su instalación que se enmarca dentro de la tradición artística del memento mori (a todos nos llega la hora). Un simple jarrón lleno de flores marchitas, enfermas, de las que ya sólo quedan los tallos, se eleva en un blanco pedestal, en el suelo, tomando contacto directo con el entorno expositivo, se encuentra una montaña de pétalos caducos que recuerdan a los caídos, los que estuvieron en la flor de la vida, pero ya no están.


Si bien el lazo rojo, símbolo internacional del sida, se encuentra rodeándonos en nuestro día a día, pero queda invisible a nuestros ojos a causa de la elusión que hace nuestra mente. Así nos lo muestra el artista David Goldblatt en una serie de fotografías tomadas entre 1999 y 2007 en paisajes sudafricanos. Todas las imágenes tienen en común la presencia de dicho lazo, sin embargo Goldblatt alude a la pérdida de efectividad de este símbolo y a la falta de implicación del gobierno para detener los efectos devastadores de la enfermedad.

La vídeo-proyección también está presente en esta exposición con trabajos como el de Deimantas Narkevicius, Restricted Sensation (2011), que toma como partida la primera manifestación celebrada en Lituania a favor de la homosexualidad. El artista hace referencia a la homofobia que caracterizó el sistema soviético, y que aun hoy en día, sigue teniendo muchos adeptos en algunas regiones. El mediometraje muestra la historia de un chico homosexual acusado del asesinato de una joven, donde en el interrogatorio se ve sometido a varios comentarios discriminatorios. ¿Quién podría hacer esto sino una persona que fuera diferente? – le preguntan.
Incluso polvo y ladrillos se exhiben en esta muestra, Tkaf (sortilegio, 2011), por parte de la artista marroquí Latifa Echakhch, quien con esta instalación, en la que la pulcra pared blanca queda impregnada de manos manchadas en polvo rojizo, pretende recordar el escándalo que se dio en Francia tras las transfusiones de sangre seropositiva, que se produjo en los ochenta, donde hubieron más de dos mil implicados.

Y como en el caso de la obra de Elmgreen & Dragset, se vuelve a recurrir a la publicidad y el diseño gráfico, esta vez de la mano del artista Matthew Darbyshire, con Resorce room (2011), quien llama a la reflexión tras la proyecciones de varios testimonios de personas portadoras de VIH que pueden ayudar al espectador al intercambio de anécdotas, conocimientos y experiencias que sirvan para combatir el posible miedo o el desconocimiento sobre la enfermedad, y carteles publicitarios (de papel higiénico, incluso ya sale el perrito de Scottex), que recuerdan al trabajo AIDS Timeline (1989/1991) de los activistas Group Material, y que actúan como campañas de concienciación sobre la causa.

Un acceso para todos debe ser posible; como bien muestran los offsets, Acces for all (2004) de artistas como Leandro Erlich o Shirin Neshat, que presenta la exposición y que se exhibieron en la Bienal Internacional sobre el Sida.
Otros de los artistas que participan en la exposición son Christodoulos Panayiotou, Lorena Zilleruelo, Shirani Shahbazi, Juul Hondius, Araya Rasdjarmrearnsook, Sutee Kunavichayanont, Lucy y Jorge Orta, y los españoles Pepe Espaliú (1955-1993) y Antoni Miralda.
Artistas que trataron el mismo tema con anterioridad, aunque de manera muy distinta, bajo el punto de vista de lo abyecto como ventana al mundo de lo que quería obviar la sociedad norteamericana en la década de los primeros brotes de infectados, fueron Cindy Sherman y Robert Gober.

Así pues, la sensación que obtenemos (o al menos que yo obtuve) al finalizar la exposición es la de librarse de falsos prejuicios, cuestionar el establishment, el posicionamiento de la sociedad y de la fuerte acción social que es necesaria y se debe emprender ante causas como estas.
Por una vez, cabe destacar, que aunque había un público de una treintena de personas en la exposición, el ambiente fue correcto y adecuado para el disfrute de ésta; hecho que no suele suceder con frecuencia debido a ruidos externos que se dan a causa de la mala logística en la distribución del espacio, padres que intentan sin éxito que niños pequeños permanezcan en silencio, o vigilantes de sala que se aburren de estar contemplando lo mismo todo el día y se dedican a charlar con otros de sus compañeros.

Existen un par de actividades relacionadas con la exposición. El sábado 10 de septiembre se proyectará una serie de videos de artistas relacionados con la temática, y el jueves 15 del mismo mes, a las 19.30h, se abrirá un debate en torno a la problemática social del sida a cargo del director de la Fundación Artaids, Han Nefkens, y del Doctor Bonaventura Clotet, fundador y presidente de la Fundació Lluita contra la sida.

La muestra seguirá su curso itinerante hasta Vigo, donde en el Museo de Arte Contemporáneo (MARCO) se exhibirá del 21 de octubre de 2011 hasta febrero del 2012.

YOU ARE NOT ALONE. Comisariado: Hilde Teerlinck e Irene Aristizábal. Obras de varios artistas. Fundació Joan-Miró (www.fundaciomiro-bcn.org) con la colaboración de Fundación ArtAids.

Del 1 de julio al 18 de septiembre de 2011. FINALIZADA.

"Ars longa, vita brevis"

jueves, 22 de septiembre de 2011

EROS Y THANATOS. Clásicos ilustrados: Aubrey Beardsley+Oscar Wilde y Harry Clarke+Edgar Alan Poe.

Dos joyas bibliográficas:

- Salomé. Oscar Wilde. 1894
- Cuentos de imaginación y misterio. Edgar Alan Poe. 1919.

La editorial Zorro Rojo presenta una escueta pero exquisita selección de ilustraciones de gran formato, realizadas por los artistas Aubrey Beardsley y Harry Clarke que han servido para decorar y acompañar las historias de estos dos libros.

Las limitaciones morales impuestas por la sociedad victoriana en toda Europa encontraron, a partir de la fin de siècle, diversas formas de resistencia. La búsqueda del escándalo en la vida privada, el comportamiento antisocial, la obscenidad, ( be obscene, be be obscene para quien conozca la canción) lo grotesco y la monstruosidad fueron modelos de oposición a la represión y a la censura impuestas en las consnciencias europeas. En este escenario, Salomé, una obra teatral sobre un drama biblico,ilsutrada la versión anglosajona por Beardsley, y Cuentos, una antología de los relatos más eminentes de Poe, con ilustraciones de Clarke, serán referentes claros del cambio.

La exposición está formada por una selección de ilustraciones de un tipo de estética desarrollada en los últimos años del siglo XIX en la que reina el esteticismo, el decadentismo, el simbolismo, el medievalismo y el art nouveau.

Clarke
En las imagenes que ilustran Salomé son de una libertina sensualidad amenazante y un magnífico diseño modernista. En sus figuras femeninas se reconoce al arquetipo de la femme fatale.
Mientras que en las ilustraciones de los Cuentos de Poe, de vertiente mucho más gótica, se aprecia el esqueletico y esquizo rostro de los personajes junto con la aura de misterio que los envuelve. Terrorífico y perturbador influencia del simbolismo francés e incluso el estilo oriental o bizantino. Conexión entre la vida, la muerte, la pasión, el crimen, el sexo, la luz y la sombra...


Clarke
Las estampas de ambos artistas continuan ejerciendo hoy un extraño magnetismo, fruto de un trabajo laborioso que hace honor a las sublimes historias que las ispiraron.


Beardsley
Hasta el 25/9 en Centre d'arts de Santa Mònica, Drassanes, Barcelona.


"Ars longa, vita brevis"

miércoles, 21 de septiembre de 2011

11-S. El mundo diez años después.

«El 11 de septiembre de 2001, a las 8.46 h de la mañana, estaba frente a la ventana de un apartamento de la duodécima planta del número 11 de Courtland Street, en Nueva York, a dos manzanas del World Trade Center, cuando, de repente, se acabó el siglo XX. La memoria perdura. 11S Artefactos en el Hangar 17 es un proyecto que trata de la memoria histórica, de la memoria nacional, del luto social e individual, de las formas de tratar los traumas profundos para conseguir la curación; todos estos aspectos catalizan en una especie de animación suspendida en el extraordinario Hangar 17 del JFK de la ciudad de Nueva York, donde se guardan los restos físicos de la hecatombe del 11 de septiembre de 2001. Existirá un Memorial Nacional y un Museo del 11 de Septiembre, pero la excepcionalidad y el aspecto temporal del Hangar 17 le confieren una singularidad y un poder visual y emocional muy difícil de superar. Paradójicamente, es un lugar cerrado a los visitantes. Pocas personas conocen su existencia. Después de un largo proceso he conseguido el acceso y el permiso para fotografiar el contenido.»
Francesc Torres


En el 10º aniversario de los atentados del 11 de septiembre en Nueva York, el CCCB será una de las sedes de la instalación del fotógrafo Francesc Torres “Memoria fragmentada. 11-S NY. Artefactos en el Hangar 17” que recoge su trabajo fotográfico en el Hangar 17, y que se presentará simultáneamente en Barcelona y en las tres grandes ciudades occidentales que han sido víctimas del terrorismo islámico: Nueva York, Londres y Madrid.

Días después del derrumbamiento del World Trade Center, la Autoridad Portuaria de Nueva York y Nueva Jersey –propietaria de los edificios afectados– autorizó a un pequeño grupo de arquitectos e ingenieros a buscar vestigios que se pudieran utilizar para documentar la historia del 11 de septiembre. Se guardaron más de 1.500 objetos. Hacía falta un lugar para conservarlos y la Autoridad Portuaria escogió el Hangar 17, que era vacío en aquel momento, en el aeropuerto internacional John F. Kennedy, gestionado por la agencia.

A medida que avanzaba el tiempo, la Autoridad Portuaria contrató conservadores e instaló controles de humedad dentro de los 24.000 m2 para estabilizar los objetos. Estaban muy malogrados (evidencia histórica de la extrema violencia del ataque) pero se quisieron preservar así expresamente. Muchos de estos restos se exhibirán en el National September 11 Memorial Museum; otros se conservarán en la colección permanente del Museo. La Autoridad Portuaria ha repartido centenares de piezas por varios museos de todo el mundo en recuerdo del 11-S. Con el tiempo, el hangar volverá a su uso original.

En abril de 2009, el National September 11 Memorial Museum encargó a Francesc Torres que fotografiara la colección del Hangar 17. Torres, que trabajó con una iluminación industrial, rodeado de paredes grises, capturó la resonancia emocional y también física del 11-S. Sus imágenes capturan todo el significado de las reliquias en contraposición al silencio del hangar. El resultado es el registro de un tiempo y un sentimiento apaciguados, captado en un momento que no es el 11-S, pero que no deja de serlo.

Del 8 de septiembre al 3 de noviembre de 2011, en el vestíbulo del CCCB se proyectarán 176 imágenes a través de 6 pantallas y se expondrá un fragmento de la escultura “WTC Stabile” (1971), conocida como “Bent Propeller” del norteamericano Alexander Calder (que presidía la plaza donde se levantaba el World Trade Center). En el marco de la muestra, también tendrá lugar en el CCCB el ciclo de conferencias 11S / El mundo diez años después que contará con la participación, entre otros, de Francesc Torres; el director de educación y asesor de programación del National September 11 Memorial Museum, Clifford Chanin; la novelista y ensayista Pankaj Mishra, y la periodista y ensayista Barbara Ehrenreich.


La instalación se presentará paralelamente en el Imperial War Museum de Londres entre el 26 de agosto de 2011 y el 26 de febrero de 2012, en el International International Center of Photography entre el 9 de septiembre de 2011 y el 8 de enero de 2012 y en el CentroCentro. Palacio de Cibeles de Madrid entre el 16 de septiembre y el 31 de enero de 2012.


Coincidiendo también con el décimo aniversario de los atentados, el 11 de septiembre se inaugurará el Memorial 11-S en la Zona Cero de Nueva York para recordar a las víctimas del ataque terrorista.

En resumen, la expo está regular, mucho impacto visual generado por video y una común y "sosa" pieza de la figura escultórica de Calder es lo úncio que nos ha llegado.

aquí encontrareis vídeos, horarios, precios, círculo de conferencias y fotos entorno a la exposición:


"Ars longa, vita brevis"