4. Estética de las imágenes: el futurismo
cyberpunk.
Cualquier cosa que se le pueda hacer a
una rata se le puede hacer a un humano. Y podemos hacer casi cualquier cosa a
las ratas. Es duro pensar en esto, pero es la verdad. Esto no cambiará con
cubrirnos los ojos. Esto es cyberpunk.
Bruce
Sterling
Entenderemos este apartado como un ensayo sobre la estética y ética de
la imagen aplicadas al mundo del cine posmoderno.
El término cyberpunk surgió por primera vez en el título de un cuento
escrito por Bruce Bethke en 1983, y que después el editor Gardner Dozois usó en
un artículo del Washington post para
referirse a un género literario, en concreto a la violencia y tecnológica
tendencia de la ciencia-ficción de los años ochenta. En el mundo de la
literatura, los escritores de cyberpunk retratan un futuro completamente
globalizado e interconectado, donde ya no hay casi control de los gobiernos ni
de los estados, porque unas pocas empresas multinacionales detentan todo el
poder. Algunos de los autores más destacados son: Bruce Sterling, Greg Bear,
John Varley, y William Gibson. He
incluso estos relatos se han llevado al cine actualizando el término, véase Johny Mnemonic de Robert Longo 1995 (con
diseños del también aparecido en Blade
Runner, Syd Mead) o New Rose Hotel
de Abel Ferrara en 1982.
En el mundo del arte se podría enlazar a la estética cyberpunk con el
movimiento Barroco y Romántico, quizás con algo de expresionismo surrealista.
Todo tiene un cierto aire de estética de pastiche,
de reciclado, que afecta desde la arquitectura hasta la vestimenta de los
personajes.
Pero realmente, ¿qué es cyberpunk?
El cyberpunk se define como un enfoque de
"alta tecnología y bajo nivel de vida". La
sociedad del cyberpunk son seres marginados, alejados, solitarios, que viven al
margen de la sociedad, generalmente en futuros distópicos donde la vida diaria
es impactada por el rápido cambio tecnológico, una atmósfera de información
computarizada ubicua y la modificación invasiva del cuerpo humano. ¿Se pondrá
en manos de los robots la construcción de nuevas tecnologías? ¿Dejará de ser
útil el hombre y su finalidad se verá reducida a vagar por las calles?
El argumento de la escritura cyberpunk se centra a menudo en un
conflicto entre hackers, inteligencias artificiales, y megacorporaciones,
enmarcado en el planeta Tierra en un futuro cercano, en oposición del futuro
lejano o panorama de encuentros galácticos en novelas como Fundación (1988)
de Isaac Asimov o Dune (1965) de Frank Herbert. Las visiones
de este futuro suelen ser distopías post-industriales, pero están normalmente
marcadas por un fomento cultural extraordinario y el uso de tecnologías en
ámbitos nunca anticipados por sus creadores. En la escritura cyberpunk
mucha de la acción ocurre en línea, en el ciberespacio; velando cualquier
frontera entre la realidad y la realidad virtual. Un tropo típico en estos
trabajos es la conexión directa entre el cerebro humano y un sistema de
cómputo.
El cyberpunk es nihilista, igual que la sociedad posmoderna
influenciada por la filosofía nietzscheniana, muestra el mundo bajo el dominio
del sistema como un lugar oscuro, siniestro, donde las redes de cómputo dominan
cada aspecto de la vida. Gigantes corporaciones multinacionales reemplazan a
los gobiernos como centros del poder político, económico y militar. La batalla
entre un personaje marginado contra un sistema totalitario es un tema común en
la ciencia ficción[1]
y particularmente en el cyberpunk, aunque en la ciencia ficción convencional
los sistemas totalitarios tienden a ser estériles, ordenados y controlados por
el Estado. La trilogía Matrix o la
legendaria Blade Runner podrían
reflejar bastantes aspectos de lo conocido como cyberpunk.
Este mundo está formado, como lo estuvo la New Wave, por las voces de la bohemia. Proviene del underground, de
la marginalidad, de los jóvenes y energéticos desengañados. Proviene de gente
que no conoce sus límites y rechaza los límites ofrecidos por las meras
costumbres y los hábitos. Ya lo decían los Sex Pistols con su lema “No Future”.
El gusto por la estética punk está presente en películas como, Johnny Mnemonic (1995), antes
mencionada, protagonizada por Keanu Reeves como su escalón para ser el gran
Neo.
Strange Days (1995) en la que interviene la cantante Juliete Lewis, y está
dirigida por una mujer, Kathryn Bigelow.
Dune
(1984), también mencionada con anterioridad, dirigida por el excéntrico David
Lynch, basada en la novela de Frank Herbert.
Tron (1982)
(de la que Joseph Kosinski hizo un remake en el 2010), una película de Walt Disney,
donde se muestra una visión del ciberespacio.
E
incluso Blade (1998) protagonizada
por Wesley Snipes en su papel de caza-vampiros en un ambiente nocturno
discotequero y posmoderno.
Entre
muchas otras.
El
cyberpunk a parte de su latente ideología tiene un componente estético muy
importante. La imagen que se dio de los considerados cyberpunks a mediados de
los ’70 fue pasar de los batiks y los
floreados al cuero negro y el cromo altamente techo y ostentoso. Llegaron los
anteojos espejados que será el inicio de los Mirrorshades y los peinados desafiantes, artificiales, tiesos,
coloreados, las rastas, o el pelo muy corto para las chicas. El movimiento Mirrorshades tuvo su desarrollo en los
’80 con el uso del cuero y las gafas de sol donde el color negro y el cromo se
erigieron como emblemas de una integración de mundos tradicionalmente
separados: la alta tecnología y la cultura callejera. Esta estética la veremos
en las películas Terminator y Matrix.
Era
finales de los ‘80, principios de los ‘90, y todo esto bebiendo aun de la
influencia de los ’70, así que el cuero negro, el plástico artificial, los
colores llamativos en el pelo, los peinados con rastas, las medias de rejilla y
el látex eran los productos estrella en cuanto a una estética
punk-futurista-grunge-degenerativa y rebelde.
Sin
embargo, la estética de Blade Runner
era ligeramente distinta y anterior al cuero negro en algunos personajes, como
es el ejemplo del protagonista de la película. La vestimenta de Deckard es muy
similar a la que usaban los detectives en las películas de cine negro de los
’40. La gabardina color camel, el sombrero oscuro, e incluso los zapatos modelo
mocasín. En el caso de los replicantes es distinto. Las transparencias, el
plástico, las mayas elásticas, el maquillaje recargado, los colores
artificiales…son la vestimenta que se usa para estos androides, que no hace más
que destacar su condición de maniquí plástico.
Otro
término afectado por el cyberpunk es el lenguaje. Una yuxtaposición de idiomas
para formar otro nuevo lenguaje, como el llamado “city-speak” (lenguaje
callejero), o el “guttertalk” una habla hampa creada de los lenguajes del
poder, como son el japonés y el alemán, o lo que ya existe hoy en día en EEUU,
el spanglish, una mezcla de español e
inglés debido al contacto de las culturas del norte y el sud de América.
Entonces,
el cyberpunk no está tan lejos de la realidad, está narrando el presente, y no
el futuro como se puede observar a primera vista, e incluso narra un futuro
pasado. Es posible que nuestro planeta se esté convirtiendo de un modo
inexorable en lo que predijo por ejemplo Blade
Runner. El mundo seguirá existiendo, pero nuestra forma de vida habrá
cambiado y no será ésta la única vez que esto suceda. El ser humano ya ha
sufrido muchos periodos oscuros y siempre ha conseguido sobrevivir.
Aun
así, el cyberpunk fue un movimiento que casi se agotó en la década de los
noventa, pero que ha llegado a ser importante en la actualidad a través de la
llamada cibercultura, algunos de cuyos temas recurrentes son la convergencia
del hombre y la máquina, la sustitución de la experiencia sensorial por la
simulación digital, el mal uso de la tecnología en manos de ideologías
subversivas, y una profunda ambivalencia, heredada de los sesenta, en lo que se
refiere a los ordenadores vistos como máquinas de control social.
"Ars longa, vita brevis"
No hay comentarios:
Publicar un comentario