2.1. Temática: el hombre y la
máquina.
“¿Se
trata de humanizar la máquina o de transformar al hombre en algo inhumano?”.
Hasta
donde alcanzaba la vista no hay sino copias […] Las he hecho a mi imagen y
semejanza, y las he animado para que aumenten y se multipliquen en progresión
geométrica, porque ellas heredarán la Tierra.
William Burroughs. El almuerzo desnudo.1959.
El universo que se repliega y expande ante los ojos
del hombre posmoderno es uno donde el individuo participa cada vez menos en la
toma de decisiones, limitándose a seleccionar y reduciendo su vida en asumir
pasivamente el papel de despreocupado consumidor que el sistema le otorga.
Los
animales son meros mecanismos, sin atisbo de racionalidad, y el cuerpo humano
es (como cuerpo animal) también una simple máquina.
La
densidad de la iconosfera posmoderna se ha incrementado notablemente en los
últimos años debido a la emergencia de imágenes digitales interactivando una
etapa de relaciones entre hombre y máquina, expandiéndose en los sectores
civiles hacia los usos científicos e industriales, en los campos del diseño y
la arquitectura, en las industrias del espectáculo, en los videojuegos y en la
publicidad. Esto ha dado lugar al término imagineering
derivado de las palabras: imagen e ingeniería.
En
la novela de Dick, ¿Sueñan los androides
con ovejas eléctricas?, en la que está inspirada la película de Scott, Blade Runner, el protagonista recibe el
nombre de Dekard, y no es por casualidad. ¿Estaría el autor proponiéndonos una relación
del protagonista con el filósofo racionalista Descartes? Es muy posible puesto
que Dekard mata a las “máquinas”, a los simulacros, sin ningún escrúpulo, como
teniendo todo el derecho racional y absoluto a hacerlo, alegando que los
androides son meras máquinas semovientes sin atisbo de alma pensante que les
acerque a los humanos. Su inteligencia es la de un ordenador, su memoria
simples implantes. Sin embargo, en los androides de Dick sí hay una presencia
de seres compuestos por alma y cuerpo, substancias en conexión dentro del
complejo unitario de un individuo racional pero en este caso artificial y que al
igual que todos se pregunta: ¿Quién soy? ¿A dónde voy? ¿Por qué estoy aquí y
cuánto tiempo me queda? Aquí podríamos afirmar el concepto de tabula rasa. Todo está en duda. ¿Dónde
empieza la ficción y acaba la realidad? ¿Hasta qué punto dominamos a las máquinas,
es más, hasta que punto nos dominan ellas a nosotros? ¿No está todo nuestro
mundo: controles de seguridad, bases de datos, generadores de
energía…controlado por máquinas?
En Blade Runner los androides son
simulacros de seres humanos, creados por un Padre/Dios/Doctor Frankenstein del
siglo XXI que los ha soltado al mundo bajo la condición del libre albedrío tan
perdidos y desprevenidos como Jehová a Adán y Eva al ser expulsados del
paraíso.
La
novela y el libro constituyen un texto pictórico. El texto expresa ese
pensamiento en imágenes, por ejemplo: el cuadro del Grito (1893) de Edvard Munch (1863-1844). Dekard, el protagonista
de la novela, es un mediocre burócrata colaborador de la policía, que busca un
sobresueldo matando androides. Si el cuadro de Munch es el cuadro de la
condición humana postecnológica, lo que diferencia a los humanos de las
máquinas, en este caso de los androides, no son los sentimientos, pues ambos
pueden llegar a desarrollar estados emocionales. La novela no insiste sobre las
diferencias sino, más bien, sobre la imposibilidad de establecerlas.
No
obstante, y a diferencia de la criatura de Frankenstein, estos androides
“nacen” perfectos en un plano físico e intelectual, pero en cuanto a un plano
moral son meros adolescentes; no tienen sentimientos, ni empatía, que a lo
largo de la historia siempre llega a ser lo que distingue al hombre de la
máquina y nos hace superior a ella, que no son capaces de amar. Esto nos
recuerda a la escena final la película Terminator
2: el juicio final, la secuencia en la que Terminator está a punto de ser
destruido en la lava y John Connor derrama una lágrima, a lo que el robot
responde: “ahora entiendo porque lloráis, pero es algo que yo jamás podré
hacer”.
Aquí podríamos introducir el concepto de “la nueva
carne”, el proceso de robotización de los seres humanos. Nos referimos, no sólo
a aspectos que sustituyen una parte del aspecto físico del ser humano que éste
ha perdido por accidente (un brazo, una cadera, una rodilla…) que hace al
hombre parecer un cyborg al estilo Robocop, sino a la implantación de
microchips en el tejido humano. Estos microchips injertados en el cuerpo con el
fin del control de la información no es una realidad alejada de la actualidad;
si bien ya existe el pasaporte y el DNI electrónico, ¿Qué hace pensar que lo
próximo no pueda ser un microchip de localización, una base de datos interna
del individuo? ¿Acaso no usan ya los perros o animales similares tales injertos
para estar controlados por sus dueños en caso de extravío? No hace falta
imaginar mucho más puesto que la implantación de microchips en humanos ya es
una realidad. Una vez la
población esté implantada, se acabó la libertad. ¿Cómo
se vende el producto? Pues diciendo que permite saber donde está nuestro hijo
desaparecido, que permite saber nuestro historial médico en caso de accidente,
acceso libre a tu discoteca habitual, y muchas otras “comodidades sociales”.
Sin
duda alguna, de esta marca del diablo ya advertías hasta la Biblia:
“Y
hacía que a todos, pequeños y grandes, ricos y pobres, libres y esclavos, se
les pusiera una marca en la mano derecha o en la frente, y que ninguno pudiera
comprar ni vender, sino el que tuviera la marca o el nombre de la bestia o el
número de su nombre. Aquí hay sabiduría. El que tiene entendimiento cuente el
número de la bestia, pues es número de hombre. Y su número es seiscientos
sesenta y seis (666)”
Apocalipsis
13:16-18
2.2 Personajes: anti-héroes, robots,
elegidos y androides.
Dentro
del mundo de la ciencia ficción existen diferentes tipos de personajes que son
protagonistas de las historias. Como en cualquiera buena historia, en el mundo
de la ciencia ficción, no puede faltar el héroe, pero aquí no se verá el héroe
al que estamos acostumbrados, sino la imagen del anti-héroe, el desencantado,
que explicaremos a continuación.
Tampoco
puede faltar, como en cualquier buena historia que se preste, alguien especial,
único e irrepetible, que debe hacer uso de su singularidad para salvar el
mundo, en este tipo de contextos ficticios.
En
los relatos de ciencia ficción siempre debe haber alguien que salve al mundo de
la devastadora situación en la que ha caído, y que dé a la población un mínimo
de esperanza y fe en la humanidad, a este ser se le llama “el elegido”. Dicho elegido
no se limita a luchar contra la amenaza exterior de manera directa y casi
irreflexiva en posesión de una verdad a veces con nombre de Nación; no, atrás
quedan los ideales, los patriotas…ahora, dentro de este campo, el elegido está
instalado en la duda respecto al sentido de las órdenes o la misión que recibe,
y también de su propia idoneidad para llevarla a cabo. En estos papeles podemos
ver a Sarah Connor en la saga Terminator,
quien es elegida para ser la madre del líder de la resistencia contra las
máquinas del futuro, la madre del Mesías, de la salvación. O Neo en la saga Matrix, el protegido, el elegido por el
Oráculo para luchar contra las máquinas y liberar a la humanidad de la
carcelaria realidad informatizada.
¿Quiénes
son estos elegidos realmente? ¿Qué les hace especiales para ser distinguidos de
los demás? La respuesta es: nada. Estos elegidos son seres de carne y hueso,
sin poderes supernaturales, ni nacidos en otros planetas. Estos elegidos son
humanos corrientes, humanos posmodernos, tan válidos como cualquiera, salvar el
futuro puede estar en las manos de cualquier miembro de la sociedad. ¿Existe
algo más posmodernamente realista que esto?
Por
otro lado, hablando de “mecánica tecnológica”, hay que saber apreciar la
diferencia entre un robot, un cyborg, y un androide. El primero deriva de la
palabra checa “robota” que significa “trabajo penoso”, y normalmente suele ser
un mecanismo completamente electrónico en todas sus partes que utilizamos para
sustituir tareas arduas para los hombres. El segundo puede ser la perfecta
imitación de un hombre, en realidad está constituido por tejido vivo sobre
endoesqueleto de metal, como es el caso del modelo T-800, el Termintator.
Mientras que el tercero, es decir, un androide, es un trabajo excelente de
ingeniería genética, al menos en cuanto a físicamente se refiere. Un androide
sangra y llora, y ¿qué puede haber más humano que sangrar? Un androide tiene
huesos, esqueleto humano, no robótica.
El androide o replicante es realmente humano en cuanto a la materia con
que está construido, pero la gran diferencia respecto al auténtico ser humano, es
que su cerebro, y por lo tanto su forma de ser y su conducta; puesto que ha
sido creado y manipulado directamente por el hombre. Se puede considerar un
híbrido entre la naturaleza y el artificio, u otra naturaleza que difiera de la
habitual.
En
el caso de la película Blade Runner, el
androide Roy Batty empieza a ser un problema para sus creadores cuando empieza
a convertirse en algo más “humano”, un
ejemplo de ello es que llora la muerte de su androide amiga Pris, salva la vida
de Dekard, y al final el mismo Blade Runner dice: “No sé por qué me salvó la
vida. Quizás en esos últimos momentos él amaba la vida más que lo había hecho
antes. No sólo su vida, cualquier vida, mi vida. Todo lo que él quería conocer
eran las mismas preguntas que nos hacemos todos: ¿De dónde vengo? ¿Dónde estoy
yendo? ¿Cuánto tiempo me queda?...”
Los
androides de la novela de Philip Dick y los que se plasma en la película Ridley
Scott, son seres que han llegado adquirir la capacidad de pensar por sí mismos,
personas cibernéticas, lo último en desarrollo tecnológico, con una
inteligencia superior a la humana, como es el caso de Roy Batty y Rachel. Pero
aunque su intelecto sea superior solamente se limita a un campo científico, por
lo que son seres racionales a medias, es decir, no han desarrollado la
racionalidad práctica, no tienen experiencia, no sienten. Precisamente el test Voight-Kampft, basado en la empatía de los seres
humanos, es lo que les delata. Dicho
test mide una carencia en el aparato anímico de la criatura que le hace
distinta del creador pero que a la vez señala la posibilidad, dicho de un modo
hegeliano, de conseguir metas que conocen. Aunque parece ser que entre ello se
empiezan a desarrollar sentimientos cercanos a la benevolencia, quizás
derivados de la solidaridad que los une de una forma casi necesaria para
enfrentarse a los seres humanos, los androides son incapaces del más mínimo
sentimiento de piedad para con los otros. Sean éstos otros seres humanos o sean
animales, los androides son incapaces de sentir compasión o piedad. Los
replicantes de Blade Runner deben
elaborar por sí mismos la ética. Deben ser creadores de su ley moral, como
hicieron los humanos a lo largo de la evolución. Ni siquiera las famosas tres
leyes de la robótica de otro de los grandes autores de ciencia ficción, Isaac
Asimov, tenían ese carácter profano y constructivista, pues eran derivadas y
decididas por el creador. En Blade Runner
las criaturas son “morales” de forma autónoma, aunque lo sean sólo de forma
incipiente, no hay ley que venga del exterior. Es decir, no quieren moverse,
pero pueden.
Los
androides preocupan porque suponen una amenaza para nuestra existencia, pero,
irónicamente, somos nosotros quienes los construimos.
Actualmente
existen robots, aunque no se han acercado tanto a lo humano como los mostrados
en las películas. Sin embargo, ¿existen humanos robotizados? Quizás robotizados
no sería la palabra exacta, más bien, ¿existen cyborgs en la realidad?
Por supuesto. Hace años que se están
implantando en los humanos mecanismos como los marcapasos, caderas
artificiales… De acuerdo con algunas definiciones del término, la conexión
física y metafísica de la humanidad con la tecnología, ya ha empezado a
convertirnos en cyborgs. Por ejemplo, una persona a la que se le haya
implantado un marcapasos podría considerarse un cyborg, puesto que sería
incapaz de sobrevivir sin ese componente mecánico. Otras tecnologías médicas,
como el implante coclear, que permite que un sordo oiga
a través de un micrófono externo conectado a su nervio auditivo, también hacen
que sus usuarios adquieran acceso a un sentido gracias a la tecnología,
aproximando su experiencia a la de un cyborg, aunque evidentemente no
corresponden ninguna amenaza para la raza humana.
Y
por último, el personaje del anti-héroe se puede ver en el personaje de Dekard
en Blade Runner, un detective duro con un pie dentro y otro fuera, por decirlo
de alguna manera, y que bien podría seguir la estela de otros personajes como
Sam Spade en Dashiell Hammett (1894-1961) y el Phillip Marlowe de Ryamond
Chandler (1888-1959). Aunque Dekard también puede entenderse con caracteres
heroicos positivos, puesto que empieza en su papel de anti-héroe,
anti-combatiente derrotado, pero termina siendo un héroe positivo al salvar la
vida de Rachel y fugarse con ella. No obstante, en el caso de Blade Runner podríamos estar frente a un
caso de crook story: el relato
protagonizado por anti-héroes trágicos del mundo de la delincuencia (los
replicantes), que finalmente se revelan como las víctimas de una fábula en la que
el héroe posmoderno (Dekard) con el que se identifica el espectador
inicialmente, resulta ser el verdugo.
Observamos
que los personajes del cine posmoderno son más cercanos a nuestra realidad de
lo que podríamos pensar a simple vista. ¿Quién no conoce a alguien que sea “el
protegido”? ¿Quién no conoce al héroe urbano?, el que se mueve entre nosotros,
el que se sienta a nuestro lado en el metro, ¿Quién no conoce a alguien que sea
un líder de masas anónimo, o que las revolucione en la red? ¿Quién no tiene
máquinas y altas tecnologías en su hogar? Si algo ha dado el cine posmoderno a
los personajes es ese acercamiento con el público, muy relacionado con el arte
y la cultura pop-art, el arte del pueblo y para el pueblo. Hoy en día, el
héroe, el elegido, el anti-héroe o incluso el cyborg, puede ser cualquiera de
nosotros.
"Ars longa, vita brevis"
No hay comentarios:
Publicar un comentario