sábado, 30 de junio de 2012

LA CIENCIA FICCIÓN EN EL CINE POSMODERNO: LA ERA DE LAS MÁQUINAS VI


5. Películas de culto dentro del cine posmoderno de ciencia ficción.
BLADE RUNNER / TERMINATOR 2: EL JUICIO FINAL / MATRIX

BLADE RUNNER

Esta película está basada en la novela de ciencia ficción ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas? de Philip K. Dick, publicada el año 1968.
Blade Runner se desarrolla en un mundo devastado tras lo que Dick en su novela denomina Guerra Mundial Terminal, unos Estados Unidos con gran cantidad de ciudadanos de etnia oriental controlando la economía, la tecnología y la ciencia. Ridley Scott mezcla en este film diversos géneros dentro de la propia ciencia ficción; podemos ver en el personaje protagonista el mejor cine negro de acción, y en los desoladores planos de la fría ciudad de lo que fueron ruinas de un pasado, la atmósfera que evoca la Metrópolis de Fritz Lang.

Nos encontramos en Los Angeles en 2019. La Tyrell Corporation tiene la patente de unos seres artificiales “más humanos que los propios humanos”, tal como la compañía asegura, llamados replicantes Nexus-6. Estos androides son superiores en fortaleza y agilidad al hombre, por lo que son empleados como esclavos y combatientes en las colonias extraterrestres. Dichos “seres” tienen prohibida la entrada a la Tierra; las unidades que se encargan de eliminarlos, en caso de huída, se llaman Blade Runner. Un grupo de replicantes asalta una lanzadera espacial y consigue llegar a L.A. Deckar (un joven Harrison Ford), Blade Runner retirado, será el encargado de acabar con ellos.
Mientras los replicantes desarrollan un periplo casi iniciático en busca de sus raíces, el mundo de los verdaderos hombres es una sombría colmena multirracial iluminada por inquietantes spinners en eterno vuelo sobre las pantallas publicitarias de neón. Parece no haber mucha esperanza ni para unos ni para otros.

Y así Blade Runner conduce al espectador a lugares mucho más cercanos que todos tenemos bajo la piel: un planeta en el que la investigación tecnológica florece dando lugar a máquinas relucientes, negocios mundiales y seres inimaginables, útiles, pero cuyas calles contienen la misma suciedad en cada esquina y en cada hombre, ajenas a cualquier tipo de progreso. La película toca, más o menos tangencialmente, multitud de temas que nada tienen que ver con el aspecto futurista del asunto: el clima opresivo que provoca migraciones a las colonias exteriores; se puede observar cierta similitud a Orwell y su obra 1984, donde la policía está en todas partes y un poder sin rostro parece controlar al individuo, su vida e incluso su muerte. El drama moderno y conspiranoico de preguntase a dónde nos lleva la manipulación genética, pero su esqueleto pertenece al drama griego clásico y su percepción del “hibris” como moral de la mesura, la sobriedad y la moderación. La consciencia del hombre de su posición en el universo. Lo que conduce a la última pregunta y tema principal de la película: ¿Qué significa ser “humano”? La percepción es una clave en la película, y se recurre a ella a través de infinidad de referencias verbales o visuales a los ojos. La película estudia el valor de la percepción como ventana de salida al mundo, pero también como puerta de entrada a nuestro interior, donde sentimos, analizamos y almacenamos información procedente de esas sensaciones, memorizamos; y el valor de esa memoria como anclaje a la realidad y a la sociedad. El film queda resumido en pocas palabras en el diálogo entre el replicante Roy, y un cínico y gélido Tyrell (su creador), al que acude en busca de respuestas: Tyrell: ¿Cuál es el problema? Roy: la muerte.
Blade Runner no trata sobre lo sencillo que sería contar con inventos imposibles y ultratecnológicos que lazasen rayos modulados aniquilantes para destruir la Tierra. No. Blade Runner trata sobre lo que significa el ser humano, incluso cuando no eres “humano”, y de cómo explicar a un inconsciente y agotado interlocutor, aún siendo un ser artificial y carente de vínculos afectivos, lo que son las ganas de vivir y el significado de lo vivido.

TERMINATOR 2: EL JUICIO FINAL

Esta secuela podría romper con la mítica expresión “nunca segundas partes fueron buenas” puesto que Termintaor: el juicio final (1991) es un hijo que ganó al padre, la que fuera Terminator (1984) de las manos del mismo director que grabaría la segunda, James Cameron. Si bien en la primera entrega de la saga ya se detectaban elementos que pueden asociarse a ideas del cristianismo (las iniciales de John Coonor son J.C como las de JesuCristo; Sarah Connor es la rubia elegida para ser la madre del Mesías, como la Virgen María).
En la segunda entrega, el director plantea la existencia del libre albedrío, de la posibilidad que tienen los humanos de cambiar su propio destino. El aire de la inevitabilidad de la primera parte se abandona, igual que la concepción apocalíptica, y se produce una cierta reconciliación. Es decir, ambas películas plantean distintas relaciones con las máquinas. La primera las ve como una amenaza, pero se confía en la fuerza de la humanidad, como posibilidad de enfrentar ese futuro y cambiar la historia. La segunda, plantea la idea de que más allá de las máquinas está el hombre y el uso, bueno o malo, de la tecnología que depende de él. Se vuelve a dejar al futuro en manos de la humanidad.

La magnífica Linda Hamilton, ya conocida por interpretar a Sarah Connor en la primera entrega, ahora está internada en un centro psiquiátrico mientras su hijo (quien será futuro diligente de los humanos en la guerra contra las máquinas que tomen el poder tras el holocausto nuclear) se malcría en las calles. Mientras, dos androides llegan del futuro: un modelo T-1000 con capacidad de adoptar todo tipo de formas sin perder una consistencia dura como el acero y un clásico Terminator T-800. El T-1000 está programado para eliminar al joven John Connor, como ya hemos dicho, líder de la humanidad postapocalíptica. Pero el mismo John del futuro ha enviado al T-800 para proteger a su alter ego infantil.

Terminator presenta la teoría de que quizás la dificultad no está en alcanzar el futuro, sino en preservar el presente. Los análisis de la ciencia ficción son, en realidad, profecías del presente que hablan en un futuro imperfecto. La ciencia ficción es la memoria del futuro. La memoria del futuro da el presente, la memoria del pasado da el futuro. Es decir, la saga de Terminator no puede ser más conservadora: se trata de preservar un presente que nos lleva al apocalipsis, y ésa es precisamente la misión del futuro: conservar el presente.

La complejidad de las imágenes de síntesis tuvo aquí un papel importante. Terminator  puede señalarse como un hito de la evolución del cine de ciencia ficción por esas fechas, cuando gracias a las modernas máquinas de proceso vectorial fue posible digitalizar las imágenes cinematográficas y sorprender al espectador con efectos visuales imponentes, tales como múltiples explosiones o morphing (video-morfización), las transformaciones del metal líquido del T-1000 de las que hablaremos en el apartado siguiente.


MATRIX

Larry y Andy Wachowski  - directores y guionistas – plasman en esta trilogía que empieza en 1999, lo que se conoce como Weltanschaaung, es decir, una interpretación global de la realidad, con una estética de vídeo-juego expresada en las múltiples secuencias que recrean un mundo cibernético con estilo de cómic. 
El mundo se encuentran cerca del año 2199 y la humanidad está esclavizada por las máquinas, que tras el desarrollo de la Inteligencia Artificial se rebelaron contra su creador, el hombre. La revolución desembocó en una gran guerra por la supervivencia de ambos contendientes, ésta a su vez, desembocó en el deterioro del medio ambiente haciéndolo insostenible para hombre y máquina. Las máquinas, tras vencer la guerra, dominan la superficie terrestre. Pero esto sólo lo saben unos cuantos hombres.
Thomas A. Anderson (Keanu Reeves), de día es programador informático y por las noches un hacker que utiliza el alias de Neo. Neo descubre que el mundo en el que creía vivir no es más que una simulación virtual a la que se encuentra conectado. Los miles de millones de personas que viven (conectadas) a su alrededor, están siendo cultivadas del mismo modo para poder dar energía a las máquinas. Esta ilusión colectiva (o simulación interactiva) es conocida como The Matrix, “la matriz”. Neo se convertirá en el elegido para salvar a la pequeña población de Sion, la única resistencia humana que aun puebla la tierra, y acabar con la era de las máquinas, pero el agente Smith y sus secuaces (inteligentes programas informáticos) no se lo van a poner fácil.

El argumento de la guerra entre las máquinas y los hombres que Matrix discute, tiene uno de sus precedentes más cercanos en la saga de Terminator, que a su vez se inspiró en el cuento La segunda variedad (1953) de Philip Dick, el mismo que escribió la novela que luego inspiraría al rodaje de Blade Runner. Otra similitud con el film de James Cameron es que la devastación de la tierra que Morfeo presenta a Neo se parece, en gran medida, al mundo del futuro presentado en Terminator. De hecho, los resistentes de Sión son muy similares a los humanos comandados por John Connor en la distopía de Cameron: se trata de gente cuyo único objetivo es combatir y no hay en sus vidas más que pequeños resquicios para algo más.
Todo esto sin olvidar que la mitología siempre es un punto de partida para todo mundo contemporáneo, se ha integrado en la cultura y forma parte de ella. El mito griego de la caverna de Platón es un claro ejemplo de la influencia que la mitología ha causado en este tipo de películas.

¿Qué nos cuenta realmente Matrix? ¿Por qué esta película afectó tanto a una sociedad que se enfrentaba al cambio de siglo y la oleada tecnológica? ¿Por qué aun hoy se entienden mejor sus fines y conceptos que en el momento de su estreno, como ocurrió con Blade Runner?
Matrix era una advertencia, una alerta roja sonando a todo volumen en la entrada del año 2000. La primera entrega de la saga (y sólo de la primera es de la que se hemos hablado durante todo el trabajo, puesto que es la única que mantiene un mensaje latente, debido que la segunda y tercera entrega son meras formas de tirar de un hilo de oro económico de éxito y acertadas conjeturas de marketing) intentaba abrir los ojos de una sociedad aletargada por la masa de consumo y el dominio de las empresas en nuestras vidas privadas. Matrix recuperaba la esencia de los ochenta y el espíritu revolucionario, más la concepción de la New Wave, New Age que se dio a principios de los ’90, para intentar reconducir al mundo hacia una conciencia de reflexión social del peligro de un apocalipsis neotecnológico, hecho que hoy en día diríamos que no consiguió. A pesar de su magnífico guión e importante mensaje,  irónicamente Matrix triunfó por el gran alarde de nueva tecnología que había en sus efectos especiales antes nunca vistos en el cine.





"Ars longa, vita brevis"

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